En esta fecha de efeméride nacional, todo dominicano, recuerda con unción él aniversario patrio, que constituye un hito en nuestra memoria y legado histórico, que selló el final y expulsión del yugo opresor del usurpador, dando paso a la República Independiente de la que hoy gozamos. Junto a Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, Juan Pablo Duarte es considerado como uno de los Padres de la Patria de la República Dominicana y cuya efigie se erige imponente, en una plaza pública de Barcelona – España – como señal de respeto y reconocimiento en suelo extranjero a un patriota distinguido.
Ello no es gratuito, por cuanto nos obliga – más aún a los que vivimos fuera de nuestras fronteras- a reflexionar sobre nuestra realidad nacional, y el futuro que nos depara. Es posible hacer un alto a la coyuntura electoral que nos embarga y obligarnos a tener mirada de altura para otear al mañana, al futuro de nuestra querida República Dominicana y el país que queremos para nuestros hijos.
«No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país” es una de mis citas favoritas del extinto presidente de los EEUU John F. Kennedy que pronunciara en su discurso inaugural como el 35º presidente de los Estados Unidos. Es una frase inspiradora para entender sobre todo la dimensión humana y los valores que deben marcar nuestro accionar. Aquellos que vivimos en sociedades donde el estado de bienestar es la regla o la normalidad a pesar de la crisis que la pueda azotar, nos hace comprender que la democracia no es una entelequia, que nos abarca a todos y no nos excluye. A pesar de los cuestionamientos de los nativos, nosotros podemos constatar una relación biunívoca entre el pago de mis impuestos y los servicios que recibo del Estado: Educación, sanidad, previsionalidad, servicios sociales.
Entonces, si es así, mi aporte es significativo, sincero y fortalezco el sistema. Ahora, sin ánimo de extrapolar esta realidad a la nuestra, no podríamos decir lo mismo de la vida política y gobernanza del país que nos vio nacer. Esta actividad es como las “caras de Jano”. Los dominicanos asumimos nuestra responsabilidad ciudadana y participamos. Asumimos nuestro compromiso de elegir a quien debe manejar los destinos del país. Rompemos esa inercia nefasta “Yo, paso de la política”, porque entendemos que la política no pasa de nosotros. Por tanto cumplimos con esa co –responsabilidad. La otra, le toca a la clase política y sus operadores, a quien le corresponde romper con la inafección de la ciudadanía a esta actividad sustancial, en el desarrollo de la sociedad. Y esta es su agenda pendiente, que ha socavado significativamente su credibilidad. ¿Hasta cuándo? Sin respuesta a la vista.
La visión cortoplacista de los gobernantes, nos han aventado hacia las cunetas en muchas ocasiones, perdiendo el norte y así negándonos un crecimiento y desarrollo armónico. Necesitamos urgente, en un futuro inmediato el liderazgo del Estado en concurrencia con los agentes sociales, llámese trabajadores, empresarios, sociedad civil, que en fina modulación fijen una hoja de ruta y las grandes avenidas de las políticas públicas inclusivas.
Que el desarrollo, se constituya en un reflejo del progreso material del país, de la que tanto se presume, y que hoy se caracteriza por favorecer a unos cuantos, más no a las mayorías. Tampoco se trata de “hacer a todos de clase media” para equipararla, no. Debemos apostar por ese recurso humano, educándolo, formándolo en un marco de valores individuales y colectivos, que es en definitiva es lo que puede hacer infinitamente grande a una nación.
Debemos fortalecer la CIUDADANIA, porque esta es la única capaz de romper la cadena infame de la DESIGUALDAD, endémica y circundante en la república Dominicana y tan propia de América Latina en general. Allí se sustancia en buena parte el reto del mañana. Si bien el crecimiento económico se puede reflejar en el PIB y están allí las cifras, tenemos que lograr en esa línea de actuación común, sea el desarrollo, la que refleje nítidamente a las mayorías de ciudadanos dominicanos, beneficiados en el acceso a un estado de bienestar, que debemos construir.
Si me pidieran una frase, recurrente y emotiva no lo dudaría en citar, aquella que se pronunció en la marcha sobre “Washington por el trabajo y la libertad” a cargo del paladín por la lucha de los derechos civiles de los EEUU Martin Luther King “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas…”.
Yo también, ojalá ya no tuviera necesidad de soñar a mi país, como el país de las oportunidades, sino que ello, fuera una realidad y todos podamos volver a la tierra que nos vio nacer.