Somos conscientes que a la hora de incluir un candidato en sus listas electorales, los partidos deben primar otras razones antes que la procedencia. A mi entender un candidato nouvingut debe demostrar su convicción política durante un cierto tiempo en la institución, para evitar recelos entre los militantes más antiguos; debe trabajar arduamente de forma permanente en el proyecto, más allá del período electoral. Y por encima de todo, asumir en gran medida la ideología, pensamientos y valores de sus compañeros. Todo esto estamos haciendo en UDC desde la llegada de Guillermo Ángeles como secretario de inmigración en el 2008.
Sin embargo, las mismas agrupaciones deben acelerar el proceso de participación extranjera dentro su movimiento. De no hacerlo, se corre el riesgo de generar la fundación de partidos políticos cuya única ideología sea la procedencia de los ciudadanos, un hecho que atentaría contra la integración. No sería una novedad. Recordemos que para las primeras elecciones parlamentarias en Catalunya, una vez sepultada la dictadura, el Partido Andalucista, que basaba su electorado en los inmigrantes andaluces, obtuvo poco más 71.000 votos, que le valieron dos escaños. Y aunque no repitió curul en las elecciones posteriores, por aquella época causó cierta preocupación entre buena parte de la sociedad catalana, porque el hecho de que una agrupación que se vende como salvadora de los extranjeros arrastre un número significativo de electores indica que ningún partido vela de manera correcta por los intereses de esos ciudadanos.
La reducida presencia de extranjeros en las listas electorales no sólo se debe a la poca apertura de los partidos políticos. Tengamos en cuenta que en muchas ocasiones los nuevos ciudadanos proceden de países en los que la clase política es vista como una jauría de predadores que trepan –la mayoría de las veces sin escrúpulos- sobre las ramas de los aparatos gubernamentales para vaciar las arcas del Estado. De ahí que sus ciudadanos se muestren recelosos hacia la cosa política. Pero los nuevos catalanes debemos hacer un esfuerzo por participar en diferentes ámbitos sociales, en los plenos de los ayuntamientos, en las charlas ofrecidas por líderes nacionales y locales; debemos involucrarnos más en el quehacer público, porque aquí vivimos, muchos de nosotros decidimos echar raíces en estas tierras, pertenecemos a esta sociedad, y como tal ayudamos a edificarla, pero no sólo con nuestras manos, también con nuestras ideas.
Cuando llegué a Catalunya solía seguir los debates en el Congreso de los Diputados. Me parecía un circo con los continuos ataques al presidente Zapatero y las críticas poco constructivas de Rajoy. Yo venía de República Dominicana, con un sistema totalmente presidencialista, donde esto no es común. Así que un día vi a Duran i Lleida, al que encontré como una persona ecuánime, responsable, educada y con las ideas muy claras de lo que debe ser Catalunya y España. Me identifiqué con la historia de su partido, que desde 1931 defiende el humanismo, rehúsa el individualismo segregacionista, en contra de toda explotacion del hombre, y cree en la familia como núcleo indispensable de la sociedad.
La federación Convergència i Unió, de la cual forma parte mi partido, propone como presidente de la Generalitat a Artur Mas. Esta persona representa el verdadero cambio. Porque lo que es bueno para Catalunya, es bueno para todos los que vivimos en ella.