Antonio Gómez P.
Han pasado muchos años, siglos, desde que el escritor y filósofo italiano Décimo Junio Juvenal declaró en una de sus obras que debemos procurar “Mens sāna in corpore sānō”, una mente sana en un cuerpo igual de saludable, sano.
Y es que cuando el cuerpo se ejercita, el alma y la mente también se abren a llevarnos a la vida la totalidad de la salud de nuestra persona.
El 23 de agosto de 2013, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió “proclamar el 6 de abril Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz”, invitándonos con este gesto a cooperar, observando “el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz y creen conciencia al respecto».
En medio de una sociedad llena de antivalores, de constantes noticias negativas, es preciso que volvamos la vista a desarrollar nuestras vidas bajo una sana recreación, que además de llevarle salud al organismo, nos permita establecer canales de convivencia fraterna mediante el deporte.
Que abandonemos de momento tanta tecnología que nos aporta, pero que a veces nos hace sedentarios, que obviemos el celular y la laptop, y salgamos a ejercitarnos al aire libre, caminar, practicar cualquier deporte que esté a nuestro alcance, a nuestras posibilidades: Caminar, jugar con nuestra familia en un parque, sacar tiempo para el gimnasio, la natación, la cancha o el play.
Nuestro país ha sido un vivo ejemplo de la inmensa cantidad de “embajadores”, que a través del deporte han puesto en alto los colores de nuestra bandera, desde un recién miembro del Salón de la Fama de las Grandes Ligas, Pedro Martínez o un aspirante a igual puesto, Vladimir Guerrero, hasta los múltiples medallistas olímpicos, Félix Sánchez, Wanda Rijo, Luguelín Santos, Yudelka Contreras, Juana Arrendel, pasando por las Reinas del Caribe, las heroínas del volibol femenino dominicano, la inmensa cantera de peloteros en Estados Unidos, y los triunfos atléticos en los principales eventos olímpicos internacionales, para citar algunos.
Es necesario que las autoridades dominicanas incentivan más toda práctica deportiva, a fin de que con ello se eliminen los niveles de violencia, de delincuencia; cada muchacho en una liga o en un club es un delincuente menos en las calles. Y que las entidades que velan por todo esto asuman un papel serio, responsable, conscientes del rol social que eso representa para el futuro de la nación.
Cada quien, desde su posición, seamos todos agentes de promoción del deporte en todos nuestros ambientes, reconociendo en la práctica olímpica, además de sus aportes a la salud y la integridad humana, la contribución que logramos al desarrollo social, la fraternidad y la paz.